Leyenda del origen de la música.
Desde las profundidades de siglos lejanos, nos llegó la leyenda popular kazaja sobre el origen de la música.
Érase una vez, en un tiempo inmemorial, ninguno de los pueblos que habitan nuestro planeta azul sabía qué verso y música son. ¿Y qué es la vida sin doblar el habla y los sonidos que fluyen? Aburrido y monótono, sin sonrisas, risas y alegría. Y por eso, no conocía a la raza humana, cuáles son las vacaciones, los juegos y las fiestas divertidas. La gente caminaba más oscura que las nubes, su corazón estaba enojado, alarmado y silencioso, porque no podían cantar una canción para disipar toda pena y sufrimiento. Si los problemas golpeaban la casa del hombre, permaneció miserable toda la vida y murió en un anhelo mortal, porque en aquellos tiempos lejanos la canción estaba lejos de la tierra. Se acurrucó en algún lugar alto entre las nubes blancas y esponjosas, y deleitó las orejas del cielo azul sin fin.
Mientras tanto, ningún pájaro cantaba en el suelo, no corrían arroyos desde las altas montañas, y no importaba cuánto jugaba el viento juguetón con las suaves copas de los árboles, no hacían ruido. El silencio que se cernía sobre la estepa quemada por el sol abrasador solo ocasionalmente rompió el aullido de la tormenta, elevando las columnas de polvo hacia el horizonte, porque en aquellos años la naturaleza terrenal tampoco sabía qué era una canción.
Pero una vez que una hermosa, encantadora, misteriosa y poderosa canción decidió abandonar su hogar celestial y ponerse en camino. Aún no se sabe qué fue lo que la impulsó a conocer mejor el universo, pero la canción comenzó su primer vuelo por encima del suelo. Tal vez ella estaba aburrida de permanecer en una altura tan inalcanzable? ¿O tal vez solo quería volar sobre una amplia estepa bajo el cielo del padrastro? ¿O quizás sintió lástima por las personas desafortunadas que no conocen la alegría y el arte, y decidió ayudarlas? Hoy, nadie dirá con seguridad, pero la canción ya ha volado sobre los campos, prados, mares y océanos. A veces volaba muy bajo sobre el suelo, de modo que sentía los aromas de las hierbas del campo y, a veces, se elevaba hacia el cielo, coqueteando suavemente con suaves ráfagas de viento, o incluso completamente perdida en las alturas azules, hundiéndose en nubes rizadas. En aquellos lugares donde la canción estaba volando bajo, la gente la escuchaba, memorizada por desconocidos, pero tan cerca de las melodías del corazón, y las repetía para guardarla en su memoria para siempre. Donde ella volaba más alto, la gente podía recordar solo una pequeña parte de su rica herencia. Y la gente sobre la que la canción se aceleró muy alto no sabía qué es la canción y la música. Los kazajos tuvieron suerte, la canción la rodeó durante mucho tiempo, tocando sus estepas florecientes con su ala ...
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